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viernes, 12 de julio de 2013

Irina Polà


POR CESAR CHUPINA. Ser musa fue el destino de Irina Polá. Nació y vivió en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala de la Asunción hasta que la ciudad empezó a expanderse después del terremoto de 1976. Su vida privada y pública la connotan como un ejemplo de entrega para los jóvenes de los años 80, quienes encontraban en ella el apoyo moral, material e intelectual para la realización de sus vocaciones y personalidades.

Fue de las primeras mujeres que lucharon por darle un mejor sitial a su género, integrando su vida personal con el estudio, lo cual no dejó de producir malestares y sinsabores por lo que optó en la búsqueda individual por la independencia económica. En la Universidad Francisco Marroquín estudió varias materias sobresaliendo en Derecho, Ciencias Políticas y Humanidades. Fiel discípula del Dr. Salvador Aguado Andreu y fanática de los clásicos, licenció en el área de Lengua y Literatura. Promotora del teatro, la Comunicación, las letras y la Historia con ellas se forjó la generación que descolla a inicios del siglo XXI en dichos campos.

No conforme con eso fue una de las primeras defensoras de la Democracia desde su muy particular punto de vista, valentía que le valió la admiración de propios y extraños. Como comunicadora social escribía en varios medios, producía programas de TV y dio la luz verde de lo que podría pasar en las sociedades convocando desde ya a una campaña en pro del rescate de valores para que no nos degradáramos al grado que ha sucedido en la última década. Su énfasis estuvo siempre en las nuevas generaciones haciendo notar cómo Arte, Ciencia y Tecnología deben ser instrumentos para la dignificación del hombre y no su envilecimiento. Nunca se preocupó por editar su obra sino por apoyar a los demás.

Por ello tanto ella misma como su país fueron Poesibles guiando los pasos de muchos. Sus  enseñanzas influencian actividades de gran envergadura y de servicio como lo es nuestra propia obra. Irina Polá muere llegando al medio siglo de vida apenas. Fue enterrada en el panteón de unos parientes en el Cementerio General. Tal y como fue su deseo en su lápida fueron escritos los versos de Becquer, su favorito que indican que la muerte no triunfará siempre y cuando exista la Poesía porque con esta el Mundo es Poesible.

Por sus servicios a la Patria el Ejército de Guatemala le confirió una de sus altas condecoraciones de manera post mortem. A continuación su famoso Credo...

YO CREO
Creo en el supremo valor del individuo
y en su derecho a la vida, a la libertad
y a la prosecución de su felicidad

Creo que cada derecho implica una responsabilidad;
cada oportunidad una obligación; y cada
posesión un deber.

Creo que la Ley fue hecha para el hombre y
no el hombre para la Ley; que el gobierno es
el servidor del pueblo y no su amo.

Creo en la dignidad del trabajo, ya sea este
intelectual o manual, que el mundo no le debe al
hombre la subsistencia pero si le debe a cada
hombre la oportunidad de trabajo para su subsistencia.

Creo que ser una persona mesurada, es esencial
para una vida ordenada, y, que la economía es
sana, ya sea en el gobierno, en negocios
o en asuntos personales.

Creo que la verdad y la justicia son fundamentales
para fortalecer un orden social.

Creo en lo sagrado de una promesa; que la
palabra de un hombre debería ser tan buena
como su bondad; y que su carácter, -no la
riqueza, el poder o la posición- es un valor
supremo.

Creo que el rendimiento de un servicio útil
es el deber común de la humanidad y que solo
en el sacrificio del fuego purificador, es
consumido el desecho del egoísmo y así, liberada
la grandeza del alma de la humanidad.

Creo en un Dios todo sabiduría y todo amor;
llamado por cualquier nombre, y que el más alto
cumplimiento individual, la felicidad más grande
y la más amplia utilidad, son para establecer
una vida en armonía con su voluntad.

Creo que el amor es la cosa más grande del mundo
y que sólo él puede vencer el odio; que el derecho
puede y triunfará sobre la fuerza.


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